Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. (Benjamin Franklin)
Vivimos en un contexto en donde no podemos depositar la confianza en alguien que postula para ser nuestro representante político, ya que casi la mayoría tiene sus trapitos sucios. Además, los índices de corrupción en nuestro país han incrementado notablemente. Por ello analizando, pienso que la base de toda la corrupción lo que se ve hoy en día se debe a la EDUCACIÓN.
Tal como lo contempla el Dr. Luis Martin Valdiviezo Arista, que La corrupción ni siquiera es un tema que se aborde frontalmente en las escuelas y, sin duda, lo que está sucediendo en nuestras instituciones democráticas tiene un impacto muy grande en el sistema educativo, así como el sistema educativo también tiene una influencia a mediano y largo plazo sobre las instituciones democráticas. Evidentemente estamos en una crisis política muy grave porque se han roto los lazos de confianza y el sentido de autoridad que se requiere para que funcione una comunidad política. Sin embargo, esta crisis puede ser también una oportunidad para pensar qué tipo de educación estamos proponiendo como sociedad.
Recordemos que siempre se menciona que los niños y los jóvenes de hoy son el futuro de mañana, entonces ¿cómo se están formando en las casas educativas?, los padres, docentes, alumnos, administrativos y directivos son consciente de ello. El Dr. Luis Martin menciona en los últimos años se han impuesto nociones utilitaristas de la educación, más tendientes hacia la formación de productores y consumidores eficientes, de personas tendientes hacia el éxito empresarial. Así, para este tipo de formación no se requiere mayor reflexión sobre temas de justicia social, bien común y solidaridad social, sino principalmente desarrollar una serie de habilidades y capacidades para ser individualmente competitivo, un “triunfador” en términos de rentabilidad. De hecho, muchos colegios, universidades, institutos entre otros ahora se promocionan de esa manera. He visto afiches en las calles que dicen “Educamos para el éxito” y tener éxito en un sistema con tantas desigualdades, que ya era un problema antes de que se propusieran estos modelos educativos, supone también desligarse de las preocupaciones éticas por el bien de nuestros semejantes. Por ende, la importancia de la calidad en la educación radica no solo en mencionarla o en ponerla como un gran slogan sino practicarla más allá de la utilidad rentable o los títulos a tener.
Por otro lado, cuando vemos jóvenes como Carla Galdós y Raúl Romero que son dos jóvenes Arequipeños que quieren hacer de lo imposible, posible: que el Perú lea por placer. “Siempre nos dicen que leer es importante, pero se suele hacer por algo utilitario, como terminar las tareas. Ellos buscan que la gente, sobre todo los niños, lean por el gusto de hacerlo”. ¿Cómo lograrlo? En 2016, Galdós y Romero pusieron su idea sobre ruedas: Crearon la Bibliobici de Arequipa, una bicicleta que lleva decenas de libros a espacios públicos, como plazas y parques de manera gratuita. Con su proyecto sueñan que se democratice la lectura y se rompan brechas sociales. “Si un libro te cambia la vida, puede cambiar una sociedad”, dicen. Por eso pienso que la esperanza es lo último que se pierde, aún hay gente que realmente está buscando prepararse a consciencia, que está buscando ser una mejor persona, tal vez utilizando el pensamiento filosófico del kayzen, hoy ser mejor que ayer, mañana mejor que hoy.
Reforzando a lo mencionado, un estudio cualitativo con jóvenes de 20 a 25 años de Lima y otras ciudades del país, realizado el 2019 por Ipsos para el Proyecto Especial Bicentenario (PEB), arroja información al respecto. Lo más destacado es que los jóvenes peruanos están más conectados con su lado emocional.
El joven peruano percibe que vive en un contexto adverso debido a seis factores: la corrupción enquistada en diferentes ámbitos de la sociedad, la falta de respeto a las normas, la discriminación socioeconómica, la priorización de los medios de comunicación a los modelos de éxito que no se basan en el esfuerzo, la sobrepoblación en las ciudades y la tecnología que debilita las relaciones interpersonales.
Sobre la práctica de valores, una encuesta nacional del 2019 -también hecha por Ipsos por encargado del Proyecto Bicentenario- muestra que para los jóvenes de 18 a 24 años la mayoría de peruanos vive de espaldas a los valores y a las buenas acciones de convivencia.
La honestidad, el respeto por el otro y el resolver problemas sin violencia serían los más lejanos al país y, a la vez, los más necesarios para alcanzar un mejor futuro. Hay que precisar que este grupo etario es menos pesimista que el promedio de la población, indica el Proyecto Bicentenario.
La última encuesta nacional de Valores y Ciudadanía 2020 realizada por Datum para el Proyecto Bicentenario a mayores de 18 años, reveló que, si bien solo 2 de cada 10 peruanos confía en los demás, 7 de cada 10 quiere recuperar la confianza.
También señala que un 80% piensa que “deberíamos trabajar juntos por un futuro mejor” y un 75% opina que debemos “respetarnos todos por igual”. Se resalta además que 9 de cada 10 encuestados piensa que no sabemos dialogar y que eso genera retraso en el país.
Otro dato que arroja este estudio es que el 60% de encuestados, es decir 6 de cada 10, ven en la conmemoración del bicentenario de la Independencia del Perú una oportunidad de cambio en valores ciudadanos. De este porcentaje, un 99% está dispuesto a ser parte de este cambio.
Entonces es momento que nuestro objetivo sea hacer practicas dentro del marco educativo con transparencia, con práctica de valores y la preparación a conciencia. Si queremos una realidad distinta todos debemos poner nuestro granito de arena, comenzando en nuestros hábitos diarios, en nuestra preparación escolar y superior. Solo así se verá el cambio en el mundo. Sino no hacemos ello, evitemos exigir que cambien las cosas por si solas. Hay gente que ya ha tomado iniciativa, ¿Y tú te que esperas?
Mg. Jhandyra Flores Eguizabal
Docente formador del Instituto Juan Bosco de Huánuco